Belén Gache

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 Los márgenes de la literatura argentina

 

Artículo aparecido en el libro" Escritores preferidos de nuestros escritores" compilado por Orlando Romano, Ediciones Desde la gente, Buenos Aires, 2007.

 

LOS MÁRGENES DE LA LITERATURA ARGENTINA 
por Belén Gache.

En los mismos orígenes de la prosa de ficción en la Argentina, hay una obra que me resulta maravillosa: El matadero, de Echeverría, con su carga de violencia y su referencia a la escisión y al abuso de poder. Generalmente, suele interesarme más la literatura argentina “marginal”, es decir, en los márgenes de las disciplinas o los géneros. Me interesan escritores de los bordes, como Eduardo Holmberg, en la frontera entre el escritor y el científico naturalista. Admirador de Darwin y Spenser, se dedicó a la botánica, la zoología, la mineralogía y la geología mientras escribía ficciones fantásticas como Horacio Kalibang o los autómatas (una historia ambientada en Alemania, protagonizada por unos robots que se asemejan a los seres humanos y donde logra un clima de irrealidad hoffmaniano), o El viaje maravillosos del señor Nic Nac, viaje a Marte indudablemente influenciado por Julio Verne. La bolsa de huesos puede hoy ser considerado el primer policial argentino. Además de introducir saberes como la psicopatología o la frenología, toca temas como el travestismo, toda una novedad para la ficción de la época. La importancia de la lógica deductiva en este texto convierte a Holmberg en un precursor, por ejemplo de La pesquisa de Saer.
Otro personaje que me interesa, en los bordes entre las artes visuales, la poesía y la utopía es Gyula Kosice. Kosice, fundador de la revista Arturo junto con Arden Queen y Edgar Bayley, escribe, además de sus poemas, obras como El manifiesto de la arquitectura del agua en la escultura y concibe su Ciudad Hidroespacial, hábitat suspendido a 2000 metros de la tierra y que sobrevive extrayendo agua de las nubes y creando a partir de la misma su oxígeno.
Más cercanos en el tiempo, siento una fuerte empatía con ciertos escritores del margen en la década del sesenta, como por ejemplo Néstor Sánchez, influenciado por la generación beat,en cuyas obras prima un cuestionamiento acerca de la estructura de la novela, acerca de la escritura y también acerca del mismo lenguaje. Para la misma época en que Sánchez escribía Siberia blues, Leandro Katz escribía su novela Es una ola. La escritura de estos autores es claramente recesiva: ambos se fueron del país, ambos buscaban otra cosa que los discursos que por aquí circulaban. Un libro que me gusta particularmente es el Manual de Autohipnosis de Katz.
Me interesan particularmente también los textos en el borde genérico del libro, como los libros-collage de Cortázar La vuelta al día en 60 mundos o Último Round (ambos se constituyen como colecciones de artículos, ensayos, poemas, diferentes historias, fotografías y dibujos) o ciertos libros de Borges que se instalan en el borde entre el ensayo, la ficción y la enciclopedia, como por ejemplo El libro de los seres imaginarios o El libro de los sueños. Borges, cuyos cuentos ya se instalan en la frontera genérica entre la ficción y la ensayística, actúa en estos libros como editor. El libro de los sueños se presenta como una “historia hipotética” que mezcla los sueños proféticos de Oriente con el palacio de Kublai Khan de Coleridge, con De Quincey o con los juegos carrolianos. Para El libro de los seres imaginarios, el autor recurre al acervo de varias fuentes más o menos apócrifas en las que encontramos uróboros, simurgs, gatos de Chesire, dragones chinos, aves roc y hasta ángeles. Me interesan particularmente estos modelos de lecturas, además, por su no linealidad y porque pueden ser leídos como caleidoscopios.