Belén Gache

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   Zürich: de relojes y máquinas del lenguaje

 


Conferencia para el encuentro de escritores iberoamericanos: "Nuevos pasajes, nuevos paseantes: narrativas de la ciudad en el mundo contemporáneo", coordinado por Eduardo Becerra . Centro Cultural de España en Buenos Aires, septiembre de 2007.



Durante las primeras décadas del siglo XX, una serie de escritores de diferentes corrientes estéticas y también de distintas nacionalidades habitaron en la ciudad de Zurich y refirieron al motivo del reloj, el robot o la marioneta. Este texto pretende conectar esos motivos con nuevos modelos de subjetividad que en esa época subvirtieron esquemas tanto lingüísticos, sociales o científicos heredados de la Edad Moderna.

En la década de l910, una serie de escritores y artistas llegaron a la ciudad de Zürich, dada la condición neutral de Suiza, buscando refugio de la Gran Guerra.
Entre ellos se contaban, por ejemplo, los alemanes Hugo Ball y Emmy Hennings, quienes en febrero de 1916 fundarían el Cabaret Voltaire. El Cabaret Voltaire era un café en el que se realizaban muestras de artes visuales, obras de teatro, performances y se leían poesías. Quedaba (y aun queda) en la calle Spiegel  n1, en el Altstadt o centro histórico de la ciudad. Allí se les unirían luego personajes como los rumanos Tristan Tzara y Marcel Janco, el alemán Hans Arp y el hispano-francés Picabia entre otros. De esta unión surgiría el movimiento Dada. 1
A la ciudad de Zürich llegaría, también durante la I Guerra Mundial, a partir de un exilio auto impuesto, el escritor irlandés James Joyce. Joyce murió en Zürich en 1941 y hoy está allí enterrado, en el cementerio zurichés de Fluntern. Otro escritor ligado a la ciudad de Zürich es el suizo Robert Walser, quien hacia 1905 trabajó en Zürich como ayudante de un ingeniero inventor. También anduvieron por allí por esos años personajes como Lenin, quien luego devendría en líder de la Revolución de Octubre, o Albert Einstein.
El Cabaret Voltaire sigue funcionando hoy como centro cultural. Tanto los archivos de James Joyce como los de Robert Walser se conservan hoy, en sus respectivas instituciones (la Fundación James Joyce y el archivo Robert Walser) en la ciudad de Zürich.

EL RELOJ MÁS GRANDE DEL MUNDO
La ciudad de Zürich es conocida, entre otras cosas, por poseer una enorme cantidad de relojes en las torres de sus iglesias. El reloj de la Iglesia de San Pedro, por ejemplo, es considerado el más grande de Europa y uno de los tres relojes más grandes del mundo. El paso del tiempo, en Zürich, no solo puede verse en sus relojes. También puede oírse. Los carillones de las iglesias están sincronizados de manera que puntualmente cada hora, cada media hora y cada cuarto, uno puede escuchar una sinfonía de campanadas inundando el aire.
Ciudad principal en lo que a la relojería suiza respecta, la ciudad de Zurich posee también un Museo de los Relojes, el Museo Beyer. Allí uno puede encontrar relojes de sol, de arena, de parafina, de agua, relojes mecánicos; toda una serie de mecanismos destinados a medir el tiempo desde el Antiguo Egipto hasta hoy. Entre las curiosidades del Museo se pueden encontrar, por ejemplo, algunas piezas realizadas por el famoso relojero suizo Pierre-Jacquet Droz, quien realizara, en el siglo XVIII, los autómatas cuyos mecanismos fascinarían por igual a los reyes de Europa y a los emperadores de Oriente. El escritor, cuya maquinaria está construida a partir de 6000 piezas, es capaz de cargar por sí mismo su pluma en un tintero y de trazar frases enteras en hojas de papel.2
Zürich es, igualmente, la capital de los relojes cucú. Los mismos representan (a diferencia de los tradicionales cucús alemanes de la Selva Negra, realizados en base a escenas de caza), típicos chalets de madera suizos, con figuritas adosadas de leñadores y campesinos, pinos, norias y diferentes animales. Estos relojes marcan las horas y medias horas funcionando a su vez como cajita de música. Típica de los relojes cucús suizos es la melodía Die Fröhlicher Wanderer (El paseante feliz).

DELIRIOS ZURICHESES
Entremedio de tantos relojes, en Zürich llaman la atención algunas cosas extrañas. Sobre la ciudad de Zürich, por ejemplo, sopla el Föhn, un viento que, proveniente del Sahara, llega a Europa Central sobrevolando los Cárpatos. De este viento, muy cálido y seco, se dice que causa desde dolores de cabeza hasta locura, e incluso está probado que, cuando sopla, el número de suicidios aumenta considerablemente.  El föhn tiene la particularidad de acarrear arena del desierto, por lo que las cumbres nevadas cercanas a la ciudad aparecen manchadas con polvo rojizo.3
Otro motivo extraño es el de Félix y Regula, los santos patronos de la ciudad que se encuentran representados por doquier (normalmente acompañados por su sirviente Exuperantius). Ni Félix ni Regula (ni tampoco Exuperantius) poseen cabeza o, en todo caso, no la poseen sobre sus hombros sino que la transportan en sus manos. Según la leyenda, Félix y Regula eran hermanos y pertenecían a la legión de San Mauricio. Cuando esta fue atacada en Valais, huyeron hacia Zurich. Allí fueron sin embargo alcanzados y, al negarse a venerar a los dioses romanos, fueron decapitados. La legenda también indica que, una vez decapitados, los hermanos, tomaron sus cabezas y siguieron caminando hasta llegar a la cima de la colina donde hoy se hayan enterrados.
Más allá de estas cuestiones meteorológicas y míticas, a comienzos del siglo XX, Zürich aparece ligada a la idea de trasgresión, subversión, revolución, cuando no directamente con la locura.
En el manifiesto Dadá de 1918, Tristán Tzara consigna frases como las siguientes:

“Destruyo los cajones del cerebro y de las organizaciones sociales. Estoy en contra de los sistemas: el sistema más aceptable es el que se basa en el principio según el cual no hay sistema ninguno.”

Siguiendo una misma lógica, la poesía sonora desarrollada por los dadaístas tenía como características una perdida de conectores lógicos, la autonomía de los sonidos respecto de sus significaciones, la forma fragmentada, la ruptura con toda regla gramatical, sintáctica y semántica. Hugo Ball escribía, entre otras piezas, las 7 Sonatas Esquizofrénicas. Hans Arp, junto con Tristan Tzara y Hans Richter realizaban poemas simultáneos, colectivos y automáticos en los bares de Zürich. Para los dadaístas, el sinsentido de sus piezas intentaba minar la cosmovisión moderna y racionalista que había llevado a la civilización occidental a la miseria y al caos de la Guerra.
En James Joyce también encontraremos fragmentación y voluntad de subversión respecto de los aspectos semánticas del lenguaje. Se ha hablado de que sus textos (muy especialmente su Finnegan´s Wake, donde cada palabra posee una serie de capas superpuestas de significados, funcionando cada una de ellas como una especie de Jabberwocky carrolliano) están armados a partir de una sofisticada ingeniería mecánica. Jacques Derrida, por ejemplo, hablaba del Finnegan´s Wake en términos de “supercomputadora” que señala una nueva relación con el lenguaje. 3
Para ciertas teorías psicoanalíticas 5, la esquizofrenia, lejos de ser patológica, se constituye como forma ideal, como una postura fenomenológica diferente en la cual la función del Ego esta perdida. Esta pérdida, lejos de ser trágica, representa una vía de salida para las rígidas estructuras y los presupuestos culturales en los que vivimos inmersos. La cuestión es que la misma rondaba las composiciones literarias de estos creadores pero también las excedía. Fue en Zürich donde James Joyce comenzó a tratar a su hija Lucía diagnosticada de esquizofrenia. Lucia Joyce, bailarina experimental, practicante del antiballet, estuvo internada en esa ciudad, en la famosa clínica Burghölzli para enfermos mentales. Allí fue tratada por Carl Gustav Jung, su director. Recordemos que en 1907, Jung había publicado su famoso libro La Psicología de la Demencia Precoz, en el que desarrolla una primera conceptualización de la esquizofrenia.
Con respecto a Robert Walser, él también había sido diagnosticado esquizofrénico hacia finales de la década del ´20. Sufría de insomnio, escuchaba voces imaginarias, tenía pesadillas y ataques de ansiedad y había intentado varias veces suicidarse. Su familia decidió internarlo en el manicomio de Herisau, donde permaneció 23 años, hasta su muerte.

RELOJES EXTRAÑOS Y MÁQUINAS ABSURDAS
Quizás el símbolo mas adecuado para representar la Edad Moderna sea el reloj, un reloj que marca un tiempo medido matemáticamente en forma mecánica. De hecho, Isaac Newton concebía al universo mismo como una máquina de relojería a la que Dios daba cuerda.
Pero hay también relojes que suelen representar la locura como sucede, por ejemplo, con el reloj cucú. En el idioma inglés “being cuckoo” significa estar loco. El gesto que representa el concepto de locura también remite a un reloj o a una cabeza llena de engranajes. El hecho de dar cuerda implica ya una esquicia entre el que acciona y el que es accionado y refiere a la noción de un mecanismo preprogramado, previsible, sin voluntad propia. Si el tiempo social es el tiempo mensurable, el tiempo de la Razón, existen otras clases de tiempos: el tiempo de la locura y el tiempo de los sueños, por ejemplo. El conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas llevaba siempre un reloj y estaba continuamente preocupado por el tiempo. La naranja mecánica (clockwork orange), de Anthony Burguess no era otra cosa que el cerebro humano, igual que la “máquina blanda” de William Burroughs.

Mencionaré cuatro motivos zuricheses ligados al tiempo y/o a las máquinas:

-En el Zurich See Promenade, el paseo central de la ciudad de Zürich a orillas del lago, se encuentra Heureka, una de las máquinas del artista neodadaísta suizo Jean Tinguely. Las máquinas de Tinguely siguen la tradición de las máquinas dadá, críticas de la sociedad industrial, absurdas, inutiles, improductivas y, en algunos casos, igualmente autodestructivas.

-Francis Picabia se unió al grupo dadaísta de Zürich en 1918 y tomo parte en sus actividades. Al llegar a Suiza, cambió los tradicionales motivos de mecánica automotriz de sus dibujos por piezas de relojería. El numero 4-5 de la revista Dada (publicada por Tristan Tzara), lleva por tapa un grabado de Picabia, Réveil matin (despertador). El mismo había sido hecho desarmando un despertador real y utilizando cada una de sus piezas a manera de un sello de goma. Según el artista, dadá era un ruidoso reloj despertador que tenía como meta despertar al arte moderno de su letargo. En el interior de la publicación se reproduce otro dibujo de un despertador, también realizado por Picabia, cuyo mecanismo muestra la historia del arte moderno, desde Ingres hasta 314, la revista que él editaba.

-Quizás el texto que mejor da cuenta de lo que ocurría en esos años con los dadaistas en Zürich sea Die Flucht aus der Zeit (Una huida fuera del Tiempo), escrito por Hugo Ball en 1927. Ball llama a dadá una huída fuera del tiempo no sólo en referencia a que este grupo de escritores y artistas buscaba sustraerse del tiempo histórico que les tocaba vivir sino también a que buscaban sustraerse del tiempo moderno productivo en general.

-En el Zuericher Notizbuch (cuaderno de notas zurichés) escrito entre 1912 y 1913, Albert Einstein, quien por ese entonces trabajaba en la Universidad de Zürich, realizó una serie de cálculos que serian cruciales a la hora de formular su teoría de la relatividad, la que revolucionaría por completo la noción moderna de tiempo newtoniano. 6

DE ROBOTS Y CABEZAS MECÁNICAS
El arte de las maquinarias de relojería alcanzó su auge en el Renacimiento Tardío, momento en que se desarrolló la construcción de toda clase de cajas de música, carillones, muñecos a cuerda y autómatas. Con el advenimiento de la Revolución industrial, sin embargo, la vida del hombre comenzó a verse dominada por el reloj y las máquinas comenzaron a adquirir connotaciones negativas. A comienzos del siglo XX, la aparición de importantes innovaciones tecnológicas cambió la naturaleza de la sociedad y motivó, entre otras cosas, la masificación de los sectores laborales que muchas veces fueron comparados con autómatas, meras marionetas sin voluntad propia, manejadas por hilos invisibles, puestas en movimiento por la maquinaria industrial. La Primera Guerra Mundial, por su parte, fue el primer conflicto bélico totalmente mecanizado. Los soldados, uniformados y portando sus máscaras de gas, semejaban amedrentantes seres mortíferos y sin rostro, conducidos a la guerra como meros robots al servicio de los grandes capitales y al servicio del Estado.
A nivel visual, el motivo de la marioneta fue muy importante dentro de la estética dadá. Hugo Ball, por ejemplo, estrenó su poema Gadgi beri bimba en el Cabaret Voltaire con un disfraz que le daba el aspecto de gran sacerdote o de robot, le impedía moverse, por lo cual debía ser colocado sobre el escenario por unos ayudantes y luego permanecer allí quieto mientras duraba la función. Emmi Hennings, por su parte, realizaba en el Cabaret piezas teatrales en las que interactuaba con muñecos que hacían las veces de personajes. Sophie Taueber-Arp diseñaba tanto marionetas como cabezas semejantes a dummies. Las cabezas de madera se convirtieron en un ícono del dadaismo. (Raoul Hausmann, por ejemplo, realizaba en Berlín por esa misma época su famosa “Cabeza mecánica: el espíritu de nuestros tiempos”. La misma estaba hecha con madera, resortes, engranajes de un reloj de bolsillo, una regla, una cinta métrica y piezas de una máquina fotográfica desarmada).
La palabra robot fue utilizada por primera vez en 1921, en la obra RUR ("Rossam's Universal Robots"), del escritor checo Karel Capek. La obra comienza en una fábrica en la cual se ensamblan hombres artificiales destinados a ser sirvientes.
Hacia 1905, Robert Walser asistía en la Alta Silesia, a un instituto educativo que se dedicaba a la formación de sirvientes especializados. Esta experiencia lo llevaría algunos años después a escribir su novela Jakob von Gunten (1909). La novela transcurre en un internado de jóvenes que estudian para convertirse en mayordomos: el Instituto Benjamenta. Allí los estudiantes, a los que se adiestra para ser humildes y sumisos, tener rostros imperturbables y uniformes impecables, estudian un solo libro de textos: “Cuál es el objetivo de ser un estudiante del Instituto Benjamenta” y aprenden una sola lección: cómo debería ser un estudiante del Instituto Benjamenta."

CONTRA EL RELOJ: PASEOS Y DERIVAS MENTALES
La noción de errancia o deriva temporal se relaciona directamente con la de deriva espacial. El acto de deambular, los recorridos sin rumbo responden a un tiempo improductivo y carecen, además, de lugar de destino. Este tipo de actividad normalmente se asocia a la falta de objetivos en la vida, la “perdida de tiempo” o incluso a “matar el tiempo”. También, el deambular nos recuerda las derivas de un juguete a cuerda.
La noción de deriva es importante en la poética joyciana. Joyce espacializa la trama de su Ulises, proyectando la sucesión del tiempo (el día 16 de junio de 1904) sobre el mapa de Dublín. El capítulo 10, especialmente, está construido a partir no desde el punto de vista de un paseante sino del de diecinueve paseantes que entrecruzan sus caminos. Joyce redactó el capítulo frente a un mapa de Dublín.
A comienzos de la década del 20, las caminatas eran el centro no solamente de los libros de Robert Walser (recordemos, por ejemplo, su libro Der Spaziergang (el paseo) o el libro que escribiera su apoderado Carl Seelig, Wanderungen mit Robert Walser (paseos junto a Robert Walser), sino también de su propia vida solitaria. Walser, quien siempre fuera un entusiasta de las largas caminatas comenzó a deambular también por las noches. El escritor suizo parecía apegarse ontológicamente a la deriva, rebotando de una ciudad a otra, de un empleo a otro. Mientras lo hacía, miraba todo desde la perspectiva del que se encuentra fuera, con la fragmentación propia del que contempla las cosas solo de paso. Fue durante una de estas caminatas en la nieve, cerca del manicomio de Herisau en el que se hallaba internado, que en 1956 encontró la muerte.
En el caso de Walser, además, el texto mismo se presenta como un deambular dentro de la página. Desde 1920 comenzó a escribir no solo sobre hojas en blanco sino también sobre telegramas, recibos y boletas cubriéndolos por completo con minúsculas letras trazadas a lápiz, continuas, ininterrumpidas y prácticamente ilegibles. Esta escritura hoy se conoce con el nombre de "microgramas". Si bien durante mucho tiempo se pensó que pertenecían a una clase de escritura ilegible, o incluso inventada por Walser, hoy se ha logrado establecer que los microgramas están escritos con una clase de letra cursiva (la Sütterlin) que era utilizada en Alemania hasta la década del 40, y que fuera luego prohibida por el régimen nazi.
Existen las derivas textuales y existe igualmente el concepto de deriva mental (mind wandering). Los paseos y la locura están relacionados, tal como lo señala Michel Foucault7 recordando a los paseantes locos de la temprana Edad Moderna en Europa, de los que guardan testimonio tanto diferentes baladas populares como el monólogo de Edgar, en El Rey Lear de Shakespeare.8 En cierta forma, la deriva espacial se revela contra la lógica del tiempo. Mientras que el tiempo actúa como elemento constrictivo que solo permite moverse en una dirección, el espacio se presenta, por el contrario libre, pululante de posibilidades, traspasado por intersecciones y desviaciones.

Quisiera terminar esta exposición con unos versos de Emmy Hennings:

“Mi canto es un
canto al infinito.
Oh, tiempo,
¿será cierto que estás tan marcado?”  9

 

BELÉN GACHE.

 

 

Notas:
1 - Aunque luego surgieron grupos dadá en otras ciudades alemanas como Berlín o Colonia y también en las ciudades de Nueva York o Paris, Dadá Zurich fue sin duda el grupo más importante tanto por ser el fundador como por originar los textos programáticos del dadaísmo, el movimiento estético más radical de las vanguardias históricas.

2 - Hoy se encuentra en Neuchâtel.

3 - La película Phenomena, de Dario Argento, por ejemplo, está basada en el motivo del Föhn.

4 - Recordemos, además que en 1963, teniendo en cuenta la aproximación atomista del lenguaje de Joyce, el Premio Nobel de Física Murray Gell Mann tomo del Finnegans Wake el termino “quark” para designar el constituyente fundamental del nucleón.

5- ver Gilles Deleuze y Félix Guattari, El AntiEdipo, Barcelona, Paidós, 1985.

6- Los planteos de Einstein revolucionarían por completo el pensamiento con respecto al tiempo, que hasta la formulación de sus teorías, estaba basado en un modelo newtoniano. El tiempo de Newton era un tiempo matemático, universal y absoluto. Por un lado, era idéntico para todos y en todos los lugares. Por otro lado, era considerado como un río irreversible que fluía regular e incesantemente. Newton estableció su modelo de tiempo de acuerdo a un modelo mecánico de realidad y lo estableció de forma tan contundente que el mismo determinó toda la física moderna. Para la teoría de la relatividad de Einstein, en cambio, el tiempo es por un lado, una medida impuesta sobre el mundo por el hombre. Por otro lado, el tiempo corre diferentemente según los diferentes lugares, y tiempo y espacio no pueden ser concebidos independientemente.

7- Michel Foucault, Histoire de la folie à l'âge classique, Paris, Gallimard, 1976.

8- Este monólogo se encuentra en el comienzo del acto 2, escena 3 de la obra.

9- En Hugo Ball, Una huída fuera del tiempo, diario dadá, Barcelona, El Acantilado, 2005.