"En aquel
Imperio, el arte de la Cartografía logró tal perfección
que el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad,
y el mapa del Imperio, toda una provincia. Con el tiempo,
esos mapas desmesurados no satisficieron y los colegios
de cartógrafos levantaron un mapa del Imperio que tenía
el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.
Menos adictas al estudio de la cartografía, las generaciones
siguientes entendieron que ese dilatado mapa era inútil
y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del
sol y los inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran
despedazadas ruinas del mapa, habitadas por animales
y mendigos."
Jorge
Luis Borges.
En su
texto "Del rigor de la ciencia"(1), Jorge
Luis Borges nos cuenta acerca de los cartógrafos de
un imperio que elaboraron un mapa tan detallado que
cubrieron exactamente todo el territorio que representaba.
La similitud entre ambos era tan estrecha que, incluso,
cuando el imperio declinó, también lo hizo el mapa.
En el
texto de Borges, el imperio no es otra cosa que el resultado
del mapa, es el mapa el que engendra allí su territorio.
La pregunta
que se plantea es la siguiente: ¿qué otra cosa hay más
allá de la forma en que el hombre realiza sus cartografías
y taxonomías perceptivas?
Wittgenstein
decía: los límites de mi mundo son los límites de mi
lenguaje.
Para él,
no es la presencia de ningún tipo de realidad física
lo que fundamenta un sistema de significación. En este
sentido, sería inútil buscar el significado de una palabra
en un mundo externo al lenguaje. Es a partir del mismo
uso de la palabra que se crea la cosa.
Mapas
y palabras se instauran en creadores de sentido ya que
el lenguaje cartografía el universo. Recordemos que
diseñar proviene de la misma raíz que designar. En latín,
designo significa tanto marcar, dibujar, representar,
indicar, ordenar como nombrar.
En 1973,
un afiche presenta una muestra de Zabala en el Centro
de Arte y Comunicación de Buenos Aires. En el mismo,
puede leerse:
Anteproyecto para el diseño
de un viaje/ idear la deformación del territorio
argentino/ la construcción de una villa miseria/
la alteración de un ajedrez/ una arquitectura
carcelaria/ un monumento lúdico e ideológico/
el diseño de basura/ el diseño de una
comida/ copiar el muro de Berlín/ la redefinición
de latinoamérica/ el diseño de una antiestructura/
un acto de libertad/ el diseño de una olla popular/
la destrucción de un vegetal, de un animal y
de un mineral.
Este afiche
guardará el germen conceptual de lo que luego él desarrollará
a lo largo de su obra.
A lo largo
de la misma, veremos reiterarse la idea del mapa. Esta
idea adoptará diferentes formas: cartografía, proyecto
arquitectónico, diseño, tablero, plano, lenguaje.
LOS MAPAS
En 1974,
Zabala realiza una serie de obras en las que aparece
como soporte y protagonista el mapa geopolítico. La
característica común de estas obras es que dicho mapa
se encuentra intervenido, generalmente a partir de algún
acto de violencia.
Así, encontramos
un mapa de la Argentina cuyo contorno político ha sido
completamente distorsionado -¿estrujado? ¿pisoteado?-,
un mapa de Latinoamérica cuyas líneas han sido cubiertas
casi en su totalidad por un sello con la palabra CENSURADO,
un mapa argentino sobre el cual alguien ha dado un hachazo,
mapas cuyos contornos se diluyen a partir del avance
de manchas de aceite, mapas que han sido cortados y
cuyos pedazos, reubicados al azar, aparecen precariamente
sujetos con chinches.
En su libro
Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia, Gilles
Deleuze y Felix Guattari nos presentan dos modelos básicos
para el espacio (2): los espacios estriados y los espacios
lisos. Cada uno de ellos remite a dos diferentes lógicas:
la de la territorialización y la del nomadismo.
Los
espacios estriados se estructuran a partir de cuadrículas
cartesianas, mensurables, cartografiables, con secuencias,
causalidades e identidades específicas. En los espacios
lisos, por el contrario, uno nunca sabe a dónde va ni
de dónde viene. El espacio estriado está cubierto por
cualidades visuales mensurables. La ciudad constituye
el espacio estriado por excelencia. Serán ejemplos de
espacios lisos, por el contrario, el mar, el aire y
el desierto.
Un mapa
intenta mensurar el territorio y darle identidades específicas,
actúa estableciendo coordenadas, ordenando, orientando.
Un mapa entra en juego cuando aparece el par orientación-desorientación.
Pero, ¿quien
es el que se encarga de realizar el mapa? ¿quién ordena
el territorio y fija sus coordenadas?
Conocida
es la relación de los mapas con el poder y la política.
En las culturas occidentales, el mapa responde a una
tradición que percibe al territorio como algo comprable
y vendible, controlable y explotable. Muchos reyes o
inclusive poderosos terratenientes pagaban para hacerse
cartografiar sus tierras y luego utilizaban estos mapas
en cuestiones políticas. Recordemos, sin ir más lejos
la "guerra de mapas" que se desató entre Inglaterra
y Francia durante la primera mitad del siglo XVIII,
confrontación que luego se extendió del papel a una
guerra verdadera: la Guerra de los Siete Años.
A partir
de sus intervenciones en los mapas, Zabala denuncia
el juego de poder que subyace tras el establecimiento
de un determinado orden. También pone en crisis el espejismo
de un código común, compartido por todos los hombres.
Ya sea
en el mapa, ya sea en el lenguaje, de lo que se trata
siempre, finalmente, es de la lucha por los límites
del sentido.
Como le decía Humpty Dumpty a Alicia:
“Cuando uso una
palabra -dijo Humpty Dumpty en tono más bien despectivo-
esta significa exactamente lo que yo quiero que signifique,
ni más ni menos.”
“La cuestión -dijo
Alicia- es si usted puede hacer que las palabras signifiquen
tantas cosas diferentes.”
“La cuestión -dijo Humpty Dumpty-
es quién es el Amo, eso es todo." (3)
INTERFERENCIAS
URBANAS (1995)
En 1995,
Zabala realiza una intervención en la ciudad de Ginebra.
Percatándose de que muchas de las calles de esa ciudad
se encontraban sin carteles que indicaran sus nombres,
se dedica él mismo a colocar los carteles faltantes.
Pero con una particularidad: estos carteles consisten
en meros rectángulos azules sin ningún tipo de especificación
lingüística consignada sobre los mismos. Ahora, las
calles de Ginebra tienen sus carteles pero sin embargo
los mismos, lejos de indicar identidades específicas
de cada uno de los lugares, son carteles mudos.
¿Cómo juega
aquí el par orientación-desorientación? ¿Qué tipo de
indicación o de coordenada determinan estos rectángulos?
Una lectura
interesante surge al considerar la situación del propio
Zabala en tanto extranjero. ¿Qué nos dicen los nombres
de las calles de una ciudad ajena, calles que para nosotros
carecen de historia personal, calles cuyos trayectos
urbanos cotidianos desconocemos? Esas calles no pueden
connotar sino nuestra propia ausencia de la historia
compartida por esos otros, pertenecientes a un grupo
al que no pertenecemos.
LOS PROYECTOS
ARQUITECTÓNICOS
Zabala
realiza igualmente una serie de obras a partir de proyectos
arquitectónicos.
Ante-proyectos
de cárceles latinoamericanas para artistas (1973)
Esta serie
de anteproyectos, realizados en 1973, se torna paradigmática
ya que, de alguna manera, prevé lo que pocos años después
sucederá en la Argentina, donde el Río de la Plata termina
convirtiéndose no ya en cárcel sino en tumba de desaparecidos.
Estas obras
parten de la idea de que el artista no tiene lugar en
nuestras sociedades y que, por lo tanto, debe ser aislado.
Recordemos
que en su estudio sobre los mecanismos de disciplina
y control, Michel Foucault señala, por esta misma época,
de qué manera "el castigo a pasado de ser un arte
de las sensaciones insoportables a ser una economía
de los derechos suspendidos." (4) Así, será el vigilante quien suceda al
verdugo. La prisión, la reclusión es, ante todo, una
pena sobre el tiempo del cuerpo -a partir de diferentes
sistemas de horarios y actividades reglamentadas- y
sobre los gestos de este cuerpo -a partir de un control
minucioso de sus operaciones y de una serie de dispositivos
disciplinarios.
En los
Anteproyectos para cárceles latinoamericanas para artistas
se presentan una serie de pequeños cubículos en los
que apenas si cabe una persona de pie, cerrados herméticamente
salvo por un tubo que permite el paso del oxígeno, y
ubicados sobre columnas, o en compartimentos subterráneos
o subacuáticos.
Proyecto
de refugio antiatómico (1983)
En 1983
Zabala presenta en Roma su proyecto para refugios antiatómicos.
Estos bunkers
defensivos que, en caso de una catástrofe planetaria
nuclear, bacteriológica o química, dejan de pertenecer
ya al ámbito militar para pasar a ser parte de la vida
cotidiana, son abordados aquí a partir de sus dimensiones
imaginarias.
Enmarcadas
dentro de lo que el artista denomina la "estética
de la catástrofe", estas obras remiten, por un
lado, a la "estética de la guerra" por parte
de movimientos de vanguardia como el futurismo. Cambiando
el signo apologético marinettiano, Zabala repara igualmente
en la autoalienación humana que ha permitido al hombre,
tal como lo señalaba ya Walter Benjamin en 1930, "vivir
su propia destrucción como un goce estético de primer
orden." (5)
Por otro
lado, confronta aquí dos aspectos del ser humano: el
público y el privado. Aquí, el refugio antiatómico se
presenta como closet. El refugio se convierte en catacresis
del mismo cuerpo que actúa como coraza o refugio de
defensa contra un afuera necesariamente hostil.
Parásitos
(2000)
Esta obra
consiste en la búsqueda y recolección de materiales
de desecho tomados de las calles de Buenos Aires. A
partir de estos materiales -embalajes, cajas de productos
industriales- Zabala construye una serie de precarios
refugios urbanos.
Emulando
la actividad del homeless, incorpora en su obra
la noción de "parásito", es decir, de ser
dependiente, de ser que vive adosado a una estructura
otra.
Estos refugios
están construidos según una lógica precaria (misma del
iglú esquimal o la carpa india) siguiendo, en este caso,
el modelo urbano del container industrial superpuesto.
Diferentes estructuras metálicas se apilan formando
niveles a la manera de cajas o jaulas que no guardarán
cosas o animales sino personas. Lejos de partir de un
proyecto cerrado, las viviendas parásitas (igualmente
sucederá en el caso, por ejemplo, de los campos de refugiados
o de las villas de emergencia) se construyen a la manera
de organismos en crecimiento.
Si comparásemos
este tipo de construcción parásita a las tradicionales
construcciones del trazado urbano podríamos aplicar
la diferencia marcada por LeviStrauss entre el bricolleur
y el ingeniero:
"El
bricolleur es capaz de emprender una serie de tareas
diversificadas, pero a diferencia del ingeniero, no
subordina cada una de ellas a las herramientas concebidas
y procuradas para realizar su proyecto. Su universo
instrumental es cerrado y su regla de juego consiste
siempre en arreglárselas "con lo que tiene a mano."(6)
En la historia
de las artes plásticas en nuestro país, encontramos
una serie de artistas que han trabajado a partir de
arquitecturas. Por citar dos casos paradigmáticos, Xul
Solar -recordemos, por ejemplo, las arquitecturas del
Delta- o Gyula Kosice -la ciudad hidroespacial. Tanto
Xul como Kosice parten de utopías, recrean, cada uno
a su manera, una línea de arquitecturas utópicas inauguradas
en el sXVIII por arquitectos como Etienne Boullée o
Claude Ledoux.
Los planos
presentados por Zabala (cárceles para artistas, refugios
antinucleares, refugios urbanos), son en cambio distopías,
¿postutopías?
Diario
de viaje (2001)
A partir
del plano de los subterráneos de Buenos Aires, Zabala
presenta una serie de cajas. En cada una de ellas, ha
enmarcado una estampa y un pequeño fragmento de texto
fotocopiado.
El plano
de los subterráneos porteños se abre sobre la ciudad
como una mano. Cada línea, una línea de la mano cuyo
trayecto comparten cotidianamente miles de desconocidos.
Los subtes son simples lugares de paso, lugares nómades
en donde se requiere un plano para poder ubicarse y
proyectar posibles combinaciones de desplazamientos.
Diario
de viaje es el resultado de las vivencias de los
propios recorridos de Zabala a través del entramado
urbano del subte. La obra juega con la idea del "diario
personal" en el que, día tras día se registran
los diferentes avatares que hacen discurrir de la propia
historia. Pero también juega con la idea de "diario"
como eterno retorno, como movimiento cíclico que se
repite igual, día a día.
Así, Zabala
se encuentra en sus recorridos subterráneos con situaciones
recurrentes como lo son los chicos de la calle pidiendo
limosna. Los niños piden unas monedas a cambio de unas
estampas. Para ello aprovechan el tiempo entre estación
y estación -minuto, minuto y medio-, en el que saben
a su público cautivo.
Pero, ¿qué
tipo de intercambio se está realizando aquí en realidad?
La idea
de donativo implica el pequeño sacrificio de parte de
cada uno. Marcel Mauss se ha encargado de analizar este
tema en su célebre Ensayo sobre el don, en donde
pone en relación instancias tales como la parte de Dios
y la parte del pobre.
En este
intercambio juega un rol primordial lo religioso. La
caridad, el dar sin recibir, adquiere aquí una suerte
de fetichización en la estampa.
Las estampas
que reparten los niños muestran generalmente cuerpos
de santos, de Vírgenes, del mismo Cristo; cuerpos dolientes,
humillados y agónicos. Estos cuerpos se convierten en
manifestaciones visuales de una situación de carencia
y abandono.
Pero Zabala
repara especialmente en otro elemento aquí en juego:
ese pequeño trozo de papel, generalmente fotocopiado
que el niño reparte. Notemos que en la actualidad algunos
mendigos han sustituido la demanda oral salmodiada,
de tradición medieval por el texto escrito.
Observemos
la forma lingüística de estos textos.
Los mismos
están determinados por fórmulas narrativas fuertemente
codificadas:
"Señores
pasajeros:
Me pasa (a mí, a mi familia) esta
desgracia (en el cuerpo) y si usted me ayuda a mí, Dios
lo va a ayudar a usted".
Nótese
el encabezamiento "Señores pasajeros", como
si estos niños fueran una suerte de bizarras azafatas
subterráneas.
Nótese
igualmente la recurrente ausencia de firma.
El plano
del subte es un mapa trazado a partir de las reglas
espaciales del flujo laboral y comercial urbano, es
un tablero de un juego diseñado y jugado por otros.
Será, en todo caso, su cualidad subterránea, oculta,
nomádica la que, paradójicamente, convierta a este mapa
en refugio de un mundo de seres desterritorializados
y anónimos.
LOS JUEGOS
DE AJEDREZ
Desde 1974,
Zabala ha trabajado sobre juegos de ajedrez modificados
-anexando o sustrayendo casilleros, alterando el número
de las piezas, etc.
A sangre
fría (2000) presenta un ajedrez en el que directamente
se han suprimido los casilleros, alterando así tanto
los posibles movimientos de las piezas como la noción
misma de tablero.
La supresión
de límites precisos genera incomodidad, ¿qué pasará
ahora con las reglas del juego? ¿de qué manera realizarán
sus movidas cada una de las piezas?
Zabala
desterritorializa el juego. Un tablero es un mapa en
el cual las piezas se desplazan territorializando el
espacio. Un juego de ajedrez, como se encargan de analizar
Deleuze y Guattari (7), se constituye como una guerra
institucionalizada y regulada, con frentes y retaguardias.
En este sentido, codifica el espacio, lo territorializa.
Un tablero
es un mapa que establece un territorio.
En Las
ciudades Invisibles, de Italo Calvino, Marco Polo
y Kublai Kan se encuentran en la sala del trono, cuyo
pavimento es de mayólica. Marco Polo va disponiendo
los objetos que ha traído de cada uno de sus viajes
en cada uno de los recuadros. Kublai Kan, atento jugador
de ajedrez, observa que ciertos objetos son colocados
en las baldosas negras y otros, en las baldosas blancas.
Observa, igualmente, que ciertos objetos implican o
excluyen la vecindad de otros y se desplazan siguiendo
ciertas líneas. Kublai piensa:"Si cada ciudad es
como una partida de ajedrez, el día que llegue a conocer
sus leyes poseeré finalmente mi imperio".
Marco Polo
piensa, así mismo, que es inútil hablarle al Kan de
sus ciudades. Basta un tablero de ajedrez cuyas piezas
posean los significados adecuados.
"En
adelante, Kublai Kan no tendrá necesidad de enviar a
Marco Polo a expediciones lejanas: lo retendrá jugando
interminables partidas de ajedrez", comenta Calvino.
(8)
Nuevamente,
el mapa se nos aparece aquí como el verdadero territorio.
Cuando
Zabala presenta su tablero de ajedrez modificado, cambia
las reglas del juego, relativiza los lugares y las jerarquías
preestablecidas, desterritorializa.
Recordemos
como tanto Saussure como Wittgenstein asociaban el juego
del ajedrez al juego lingüístico: en ambos juegos nos
encontramos frente a la presencia de un sistema de valores
y en cada uno de ellos de lo que se trata es de aplicar
una serie preestablecida de reglas.
Alterar
las reglas del juego de ajedrez metaforiza entonces
la alteración tanto de las leyes lingüísticas como de
las leyes sociales o aun las leyes universales.
EL LENGUAJE
COMO MAPA DEL UNIVERSO
El arte
como cárcel
En 1972,
Zabala escribe en un trozo de papel: "Este papel
es una cárcel".
Zabala
se cuestiona aquí acerca de otro tipo de cárcel, la
del arte. El artista vive condicionado, prisionero de
determinada idea de arte y de las convenciones que su
sociedad establece en cuanto al quehacer artístico.
Necesariamente
aquí se encuentra omnipresente la alusión hacia otra
cárcel más: la cárcel del lenguaje.
El ser
humano nace inserto en determinado contexto sociocultural.
Nace dentro de una comunidad que posee significados
estructurados en el lenguaje. Todo lo que el sujeto
comprende del mundo no es transparente sino que está
atravesado por los "juegos de lenguaje" que
han venido desarrollándose históricamente en ese contexto.
Borges,
en "El idioma analítico de John Wilkins",
cita una antigua enciclopedia que clasifica a los animales
como pertenecientes al emperador, embalsamados, amaestrados,
fabulosos, que rompen los jarrones con la cola, dibujados
con un pincel, de pelo de camello, etc.
Este texto
de Borges servirá a su vez a Foucault para preguntarse,
volviendo ahora nuevamente al tema de las posibles cartografías
del territorio a partir del lenguaje, ¿a partir de qué
tabla, según qué espacio de identidades, semejanzas
y analogías tomamos la costumbre de distribuir tantas
cosas diferentes y parecidas? (9)
Los códigos
de una cultura fijan el lenguaje, los esquemas perceptivos,
los valores, las jerarquías dentro de las cuales cada
hombre se reconoce. El hombre vive prisionero, aun sin
ser consciente de ello, dentro de férreas rejas lingüísticas.
FORMA Y
FUNCIÓN
En 1974
Zabala trabaja sobre la relación forma-función. Las
etiquetas en las botellas (nafta, agua, vino) irán determinando
diferentes funciones para un mismo objeto de igual manera
que un mismo significante va cambiando sus significados.
Mirá
como tiemblo (2000)
Aquí la
relación entre forma y función adquiere características
de mayor urgencia: se presentan una serie de envases
repletos de líquido inflamable a los cuales se ha anexado
un encendedor a manera de detonante. Nos encontramos
ante el riesgo de la potencial explosión implícita en
la función del objeto.
Desde que
en la primera década del siglo XX fue utilizada por
primera vez por Vyacheslav Mikhailovich Molotov, las
bombas caseras, manuales, se han vuelto un símbolo de
una lucha contra el poder. Aquí, sin embargo, prevalece
la inquietud por la presunta irresponsabilidad de una
fabricación demasiado precaria, a la manera de una pirotecnia
no controlada. Se trata en este caso de una bomba personal
que es, en realidad, una bomba absurdamente suicida:
necesariamente, el artefacto explotará en las mismas
manos de quien ose activarlo.
Futuro
imperfecto (2001)
Una serie
de lápices y gomas de borrar gastados por el uso se
presentan en estuches, remarcando la oposición entre
objeto de exhibición y objeto de descarte. Lápiz y goma
como oposición binaria que permite el juego escritura-reescritura
necesario para la formación de una historia.
Pero será
el estuche el que, a su vez, servirá aquí igualmente
para dar lugar a una serie de juegos temporales:
Tiempo
pasado: los vestigios de uso son marcas de lo vivido,
lo dibujado, lo escrito, lo reescrito, las caídas y
los golpes, las mutilaciones de sacapuntas y cuchillas,
los encierros en oscuras cartucheras, cajas, cajones.
El lápiz, la goma como objetos veteranos, adquieren
cierta honorabilidad en este estuche expuesto cuando
en condiciones normales serían únicamente objetos de
descarte. El estuche remarca los olvidos e indiferencias
de una sociedad desprovista de memoria, que evita sistemáticamente
aprender o recordar, que remueve de los objetos toda
posible traza de origen, experiencia e historia.
Tiempo
presente: el estuche que pone un paréntesis en el tiempo
(caja de cristal de La Bella Durmiente en un paréntesis
de sueño en el que el tiempo, los 100 años que permanece
dormida, se detiene), cristaliza al objeto en el presente
del mostrarse.
Tiempo
futuro: futuro imperfecto. Estamos aquí lejos de encontrarnos
frente a una crítica a la sociedad de consumo que de
lugar a la utopía pastoral. Recordemos que en 1892,
William Morris escribía su Noticias de ninguna parte
(News from nowhere, en su homofónico juego con
News from now-here, o sea, noticias del aquí
y ahora). En aquel escrito planteaba un futuro en el
que se instauraba una sociedad no industrializada y
artesanal en el que todos serían creadores y poetas.
Zabala
en cambio vuelve a trabajar la idea de utopía negativa
o distopía, connotada en el título de la obra que pasa
a ser también el título de la misma muestra: el lápiz
es presentado en tanto víctima, el estuche en tanto
féretro. Víctima de una despiadada sociedad de consumo
será reemplazado por versiones actualizadas de sí mismo.
De su historia propia, de las características particulares
de sus trazos, de sus errores y de sus aciertos, nadie
guardará memoria alguna.
NOTAS
(1) Jorge Luis Borges, Obras completas,
Buenos Aires, Emecé, 1974
(2) Gilles Deleuze y Feliz Guattari, Mil Mesetas,
Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos,
1994
(3)Lewis Carroll, Through the looking-glass,
London and Glasgow, Collins Clear-type Press
(4) Michel Foucault, Vigilar y castigar, México,
SXXI, 1976
(5) Walter Benjamin, "La obra de arte en la era
de la reproductibilidad técnica", en Discursos
Interrumpidos I, madrid, Taurus, 1982
(6) Claude LeviStrauss, La pensée sauvage, París, Plon,
1962
(7) Gilles Deleuze y Feliz Guattari, op.cit.
(8) Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Madrid,
Siruela, 1998
(9) Michel Foucault, Las palabras y las cosas,
Barcelona, Planeta-Agostini, 1984
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