Belén Gache

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  Libros cíclicos, ilegibles, totales y, sobre todo, extraños

 

Mesa redonda “Sobre los libros de artista”, Galería Isidro Miranda, 30 de agosto de 2006.

 


Libros y libros
Para los simios de la novela de Aldous Huxley Ape and Essence (1948), los libros encontrados al excavar los escombros a los que una bomba atómica había reducido la Biblioteca del Congreso, luego de la Tercera Guerra Mundial, se presentaban como un "excelente combustible hojaldrado" para poder calentarse durante el invierno. En la Edad Media, el mundo, el cielo y el hombre aparecían como libros escritos por Dios en los que cada objeto, cada planeta, cada ser vivo era concebido como un jeroglífico a ser descifrado. En el siglo XVI, Paracelso decía que la naturaleza es una suma de libros completos y perfectos porque Dios los escribió, fabricó y encuadernó. Para la edad moderna, los libros se constituían como receptáculos dentro de los cuales los textos, pretendidamente inmateriales, se vertían como quien vierte agua dentro de jarrones. En 1925, Freud concebía a la mente humana como un bloc mágico en el que quedaban huellas de sucesivas escrituras. Hacia 1960, Derrida revisaba la antigua metáfora judeo-cristiana del "libro del destino", o del "libro de Dios", que sostiene que todos los libros no son sino las copias de un texto original perdido, señalando que dicho libro ni existe ni ha existido jamás.

Libros calendarios
En la Edad Moderna, los libros se plasmaban generalmente a partir de un modelo lineal de pensamiento. Pensadores como Marshall McLuhan han señalado la manera en que el orden lineal de lo impreso, atado a una sintaxis lógica causal (que nos brinda un principio, un desarrollo y un final o conclusión), ha determinado la forma causalista, finalista y determinista, mediante la cual Occidente construye el sentido del mundo desde el Renacimiento en adelante.
Pero la historia del libro da cuenta, además, de otras clases de libros. Los libros cíclicos, por ejemplo. Podemos entender a libros religiosos como los Breviarios o a los Libros de Horas como libros cíclicos. Los primeros sirven como una suerte de catálogos para los cantos de las horas eclesiásticas canónicas: las vigilias (oración de la noche), los laudes (oración matutina), la prima, la tercia, la sexta y la nona, las vísperas (oración del anochecer) y las completas (oración de la noche). Los segundos, aunque no están estructurados siguiendo el orden de sucesión del año eclesiástico, son igualmente libros de oraciones. Muy apreciados durante la Baja Edad Media, los mismos aparecían ricamente ilustrados (un caso paradigmático sería Les très riches heures du Duc de Berry, de los hermanos Limbourg) y comprendían un calendario de festividades religiosas, lecturas de los Evangelios, oficios y oraciones.
Estos tipos de libros están destinados a leerse y releerse una y otra vez, a terminarse y volver a empezarse marcando una suerte de eterno retorno de los tiempos.


Les très riches heures du Duc de Berry

Libros extraños: De los grimorios al manuscrito Voynich
La historia del libro da cuenta de toda clase de libros extraños. Dada la idea de que la estructura de una lengua guarda estrecha relación tanto con el orden cósmico como con el orden social, la nominalización no ha terminado nunca de perder su similitud con el conjuro animista. Así, todo proceso de simbolización semeja, de alguna manera, un acto mágico.
Los libros de magia deben su existencia a la creencia en el poder de la palabra. Los grimorios, por ejemplo, escritos entre la Alta Edad Media y el siglo XVIII, contienen correspondencias astrológicas, listas de ángeles y demonios, instrucciones para realizar hechizos y para convocar a seres sobrenaturales. El Gran Grimorio lleva por subtítulo  “el arte de convocar a los espíritus celestes, aéreos, terrestres, infernales y el verdadero secreto de hacer hablar a los muertos, de ganar a la lotería y de descubrir tesoros escondidos”.
Otro libro, el manuscrito Voynich, se caracteriza. en cambio, por ser completamente ilegible. En 1639 un habitante de la ciudad de Praga le escribió a Athanasius Kircher comunicándole que tenía en su poder un misterioso libro escrito en un idioma desconocido e ilustrado con imágenes de plantas y de esquemas cósmicos. A pesar de sus grandes habilidades y conocimientos, Kircher no pudo descifrar el manuscrito, que ha permanecido ilegible desde entonces.


El manuscrito Voynich

Libros oráculos
Hay libros que se encargan de dar cuenta de ls historia del mundo. La Biblia, por ejemplo, presenta un texto que abarca desde el comienzo al fin de los tiempos. Desde el Génesis al Apocalipsis, sigue un modelo teleológico de historia que, además, deja ver la idea de un plan divino concebido de antemano (es decir, Dios sería al mundo lo que un Autor, en la edad moderna, era a un libro). Por su parte, algunos filósofos como Hegel o Marx, han concebido a la historia como un Todo.
Algunos libros nos cuentan acerca de tiempos pasados. Los códices prehispánicos mexicanos, por ejemplo, dan cuenta de la historia, de las ceremonias y fiestas, del sistema de tributos, de la vida y costumbres de civilizaciones pasadas.

Figure

Existen otros libros que en lugar de dar cuenta del pasado, dan cuenta del futuro: los libros oraculares. El I Ching o Libro de las Mutaciones, por ejemplo, es un antiguo sistema oracular chino, que se compone de 64 hexagramas o combinaciones binarias de seis líneas (continuas o discontinuas) cada uno. Mediante la manipulación de monedas o varas de milenrama, el lector va formando, en forma aleatoria, diferentes hexagramas que le señalarán determinados capítulos del libro relacionados directamente, a partir de la teoría de las correspondencias, con una particular situación de su contexto existencial.
Por su parte, es sabido que Napoleón Bonaparte basaba muchas de sus decisiones militares en un libro de oráculos egipcio, El Libro del Destino, consistente en un rollo de papiro que había sido encontrado en una de las tumbas del Valle de los Reyes. Puede que muchos de los hechos de que hoy dan cuenta los libros de historia no hubieran sucedido de no ser por la lectura de este texto.

Libros totales
La biblioteca de Alejandría fue creada por Ptolomeo I, uno de los generales de Alejandro Magno. En tiempos de César, la misma contaba con 700 000 volúmenes. Ptolomeo había encargado que, desde cada lugar del mundo, le enviaran todos los libros escritos que existieran. Así, cada barco que llegaba al puerto de Alejandría traía libros desde los rincones más remotos. Los escribas de Ptolomeo tomaban los libros, los copiaban, los traducían al griego, y devolvían a los barcos las copias que habían realizado, quedándose con los textos originales. La traducción de todos estos libros consistió en un colosal trabajo en el que se vieron implicados todos los intelectuales de la época.
En su cuento La biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges se refiere, por su parte, a una biblioteca imaginaria que compendiaría no sólo todo lo escrito hasta el momento sino todo lo "escribible" según las posibilidades que el análisis combinatorio le concede a las letras del alfabeto occidental. A partir de la referencia a una intertextualidad angustiante e infinita, el autor juega con la idea de los laberintos sin salida del lenguaje.
La idea de juntar todo el conocimiento humano ya no en una biblioteca sino en un sólo libro puede ser encontrada en la noción de “enciclopedia”.

La enciclopedia se constituye como postulado semiótico, como conjunto de todas las interpretaciones. En Oriente, por ejemplo, la tradición enciclopédica china se remonta al primer milenio antes de nuestra era y su particular vigor estuvo determinado por una serie de factores como el gusto de esa cultura por las citaciones, un pensamiento modelado a partir de categorías, etc. En el siglo XVIII, esta tradición llevó a la creación de la enciclopedia supuestamente más grande del mundo, La Gran Enciclopedia imperial ilustrada de los tiempos pasados y presentes (1726), que constaba de 5.020 tomos. En Occidente, fueron Aristóteles y Platón quienes comenzaron la idea de una enciclopedia como forma de conocimiento comprensivo del mundo. Sus campos de estudio incluyeron la gramática, la retórica, la música, las matemáticas, la geografía, la historia natural y la filosofía.
Importantes enciclopedias como De Imagine Mundi, los Especula Mundi, los Herbario o Bestiarios, se desarrollan durante la Edad Media. Durante el período barroco, surgieron igualmente diferentes sistemas omniabarcativos que intentaron explican el funcionamiento del universo. Por su parte, los enciclopedistas en el siglo XVIII concibieron una idea de enciclopedia ligada al viaje de descubrimiento. La Gran Enciclopedia o Diccionario Razonado de las Ciencias, Artes y Oficios, de Denis Diderot y Jean d'Alembert, publicada entre 1751 y 1780 en 35 volúmenes, se convirtió en uno de los ejes principales del pensamiento iluminista.

Manuales de intrucciones
Así como existen todo tipo de manuales que indican el uso correcto de la lengua, la sintaxis, la ortografía, etc. el género “Manual de Instrucciones” ha sido igualmente utilizado por escritores y artistas.
Un manual es un texto prescriptivo dedicado a ordenar y regular algún tipo de acción. Remite a una serie de reglas preestablecidas que deben ser observadas.
La página con que se inicia la novela Rayuela, de Julio Cortázar, tiene por título “Instrucciones de uso”. Se trata de una serie de normas a partir de las cuales se deberá leer el texto. Por su parte, el primer capítulo de Historias de cronopios y de famas, de este mismo autor, se denomina Manual de instrucciones. Allí, Cortázar establece una serie de preceptos que reglamentarán las acciones del destinatario: allí se establece cuáles serán las conductas adecuadas para tener miedo, para subir una escalera, para cantar, para darle cuerda a un reloj, etc. como si el mismo cuerpo fuese un instrumento ajeno y extraño.
La forma “instrucción”, ya había sido trabajada por Andre Breton en Secretos del arte mágico del surrealismo, por ejemplo, con la Composición surrealista escrita: “Hágase traer algo con qué escribir luego de haberse establecido en un sitio favorable. Entre en el estado más receptivo que sea capaz. Prescinda de su genio y de su talento. Dígase a sí mismo una y otra vez que la literatura es una de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriba lo suficientemente rápido como para evitar la tentación de releerse, etc.”
El texto se continúa con una serie de instrucciones para no aburrirse en sociedad, para hacer discursos, para escribir falsas novelas, para tener éxito con una mujer que pasa por la calle, etc. La forma “instrucción” volverá a aparecer hacia fines de los años cincuenta con corrientes neodadaístas como las del grupo Fluxus, los miembros del cual la utilizan en sus performances, en una forma derivada de los códigos de composición e interpretación de John Cage. Recordemos aquí los paradigmáticos casos de George Bretch y de Yoko Ono, ambos integrantes de Fluxus. Yoko Ono a utilizado ampliamente la forma “instrucción” siendo hoy considerada una de las primeras en presentar obra plástica compuesta únicamente de palabras. Su libro Pomelo (1964) está basado en esta idea.

Libros de cocina (Del futurismo a Andy Warhol)
Un libro de cocina tiene algo de grimorio. También tiene algo de manual de instrucciones y de collage de recetas. Hay escritores que hablan de “la cocina de la escritura”, en referencia a fórmulas y técnicas para escribir. Hay también escritores que escriben y artistas que escriben libros de cocina.

                
Marinetti, La cucina futurista

Filippo Tommaso Marinetti escribió, junto a la serie de Manifiestos Futuristas, un curioso texto, el Manifesto della Cucina Futurista. El mismo se publicó en la Gazetta del Popolo de Turín, en 1930 y en el diario Comoedia de París, pocos meses después. En él, arrogaba por la abolición de la “pasta” como comida nacional italiana. Según su criterio, la misma producía pesimismo, nostalgia y adormecimiento. Para él, ser “antipasta” era ser “antipassatista”, es decir, estar en contra del pasado. En su texto, Marinetti mezcla datos científicos con poesía. Aquí mezclaba la teoría con la posibilidad de producir un cambio concreto en la vida cotidiana del pueblo italiano. Dos años después publica el libro La cucina futurista, redactado en el típico estilo de movimiento e incluyendo recetas reales. Según su creencia, la ciencia moderna permitiría reemplazar la comida por pastillas y píldoras compuestas por grasas sintéticas y vitaminas. La producción de alimentos se tecnologizaría por completo permitiendo que el hombre se liberara del trabajo tanto de la producción como de la cocina. Así, la comida se convertiría en un hecho puramente estético.
Por su parte, Andy Warhol y Susy Frankfurt publicaron en 1959 el libro de edición limitada Wild Raspberries. Estaba compuesto por 19 recetas escritas en tono humorístico (A&P Surprise, Gefilte of Fighting Fish, Seared Roebuck, Baked Hawaii, etsétera), cada una de ellas ilustrada por Warhol  escrita a mano por su propia madre.

Warhol y Frankfurt, Wild Raspberries

Libros de artista
Pero, ¿Cuándo un libro es un libro? ¿Puede considerarse un libro si es uno sólo o debe implicar el ser múltiple? ¿Y si tiene una sola hoja? ¿Y si está en blanco? Y si tenemos a las letras solas, sin contar con un soporte, ¿será aún un libro el texto que estas constituyan? A lo largo de la historia se registran textos escritos en papiros, en pergaminos, en rollos, en tabletas, en la arena, en el agua, en el cielo, tatuados en la piel, etcétera.

En épocas de las vanguardias históricas, desde el constructivismo ruso (Ilia Zdanevish, Lazar El Lissitzky) o el futurismo italiano (Marinetti, Depero, etc.), los escritores y artistas se dedicaron a explorar las potencialidades de los libros. En 1912, por ejemplo, Aleksei Kruchenykh y Mikhail Larionov produjeron el libro Viejo Amor, litografiado, coloreado, escrito a mano y autopublicado. El mismo tipo de experiencias eran realizadas por Goncharova, Larionov y Tatlin. Algunos textos de Khlebnikov y Kruchenykh, por su parte, están realizados mediante procedimientos de impresión alternativa, como ser sellos de goma, stencils o mimeógrafos y recurrían a toda clase de innovaciones tipográficas. Para leer algunos de ellos, había que rotar las páginas debido a que los mismos se extendían hacia todas direcciones.
Para la misma época, Marcel Duchamp deconstruía la forma “libro” reemplazándola por la forma “caja”. Esto fue tomado décadas más tarde por el grupo Fluxus con sus famosas cajas Fluxus. Durante los años 60 y 70, debido al clima de activismo social y político, proliferaron toda clase de formas económicas de reproducir textos (mimeógrafos, xerografías) y el libro se convirtió en una forma de arte en sí mismo. En aquel momento, experimentar con el libro se presentaba como una transición natural para muchos vinieran de la literatura o de las artes visuales, el teatro, etc., pertenecieran a corrientes como el conceptualismo, el minimalismo, fluxus, etc.
Desde década de 1910, las vanguardias históricas hacían explícita su voluntad de romper con los aspectos tanto temáticos como semánticos del lenguaje convencional que condicionaban la cosmovisión de los hombres. Un lenguaje alternativo daría lugar a un mundo alternativo. La literatura de las vanguardias históricas propugnaba crear  sus propios alfabetos, sus propias gramáticas, sus propias sintaxis y, además, sus propios tipos de libros. Creando nuevos alfabetos, nuevas gramáticas, nuevas sintaxis y nuevas clases de libros, creamos nuevas formas de significar y de escribir. Si escribimos diferente, leeremos diferente y pronto, entenderemos al mundo de diferente manera.

 

Bibliografía
Borges, Jorge Luis (1974) La Biblioteca de Babel, en Obras completas, Buenos Aires, Emecé
Cortázar, Julio (1963): Rayuela, Buenos Aires, Sudamericana
Cortázar, Julio (1996): Cuentos Completos, Buenos Aires, Alfaguara
Marinetti, Filippo Tommaso (1989) The Futurist Cookbook, San Francisco, Bedford Arts
Ono, Yoko (1970): Grapefruit, A Book of Instructions & Drawings by Yoko Ono, Simon and Schuster