Belén Gache

[ volver a portada ]  


  Arte y política en los '60

 

Ponencia presentada en la mesa redonda Arte y Política en los '60, realizada con motivo de la exposición del mismo nombre curada por Alberto Guidici. Asociación Dante Alighieri, 23 de septiembre de 2002.

 

 

Me centraré en un aspecto particular de esta muestra porque es el que se relaciona con mi particular interés: la escritura.
El jueves pasado, luego de la inauguración de la muestra en las Salas Nacionales, fuimos a cenar con un grupo de artistas que participaban en la misma y cuyas obras eran centrales para cualquier historia del arte argentino. Necesariamente surgieron los temas que tenían que surgir: ¿hasta dónde estas obras son política y hasta dónde son otra cosa?, ¿no se ha privilegiado el aspecto político del arte de los '60 y se ha relegado el aspecto estético?, Algunos sostenían que lo que sucede hoy es que no hay ideologías. Otros, que no es que no haya ideologías sino que en aquella época éramos muy ingenuos, etcétera.
No sé las respuestas. Por supuesto que no sé las respuestas, pero sí sé que, evidentemente desde el '60 hasta hoy algo cambió: cambiaron las prácticas, cambiaron los discursos.

ARTE Y POLITICA
La política es entendida como un discurso fuerte que se alinea (en términos derridarianos), del lado del Logos, de la Voz, de la Ley, del Yo-Digo-la-Única-Verdad.
El arte, en cambio, es el quiebre de todo discurso del Uno (silencio, margen, resistencia).
La política contesta; el arte pregunta. La política cierra; el arte abre. La política tiene certezas; el arte tiene dudas.
Hablar de arte político, ¿sería una contradicción?
Definitivamente no. Todo arte es un acto de resistencia frente a un discurso que se pretenda único. Todo arte debería entenderse como desterritorialización de este tipo de discurso.

CAPITALISMO Y ESQUIZOFRENIA
Cuando Gilles Deleuze y Felix Guattari plantean su noción de delirio, esta se presenta no como únicamente psiquiátrica. La misma es igualmente aplicable al campo político y social. Estos autores (notesé que los textos que citaré a partir de aquí pertenecen todos a la década del '70) hablarán de una "esquizofrenización" que se da tanto en el campo del inconsciente como en el campo social y que produce un quiebre de códigos tanto en las relaciones familiares como en las del Estado.
La similitud entre el capitalismo y la esquizofrenia se da en que ambas instancias emiten flujos descodificados y desterritorializados. La diferencia entre ambas es que el capitalismo intenta reterritorializar dichos flujos en su poderosa axiomática abstracta de valores y de cantidades monetarias, mientras que el esquizofrénico emprende, por el contrario, la fuga de todo territorio codificado e intenta desterritorializarlo todo.
La falta de límites, reglas y anclajes del esquizofrénico; sus incoherencias y discontinuidades, su pensamiento nómade se presentan como opuestos al pensamiento del Estado cuya meta es dominar, totalizar, unificar, disciplinar.

EL ARTE COMO DESTERRITORIALIZACIÓN
El arte realiza una desterritorialización contra la opresión del discurso, contra los diferentes estereotipos y clichés que circulan regularmente en el lenguaje y el imaginario cotidiano, que juegan un rol tan significativo en nuestra formación como sujetos sociales y que van armando una verdadera dictadura del discurso. El arte se sitúa en el lugar del conflicto semiótico y de la conciencia de la capacidad de los signos para afectar las creencias sociales. Busca sensibilizar a la sociedad frente a los modos de representación que le son dados y que recibe de manera prácticamente inconciente.
El arte libera fuerzas contra las represiones del discurso. Hace explotar el discurso del Logos y desautoriza la identidad totalizante, la interpretación habitual y es, en cada caso conflictuante. Denuncia, ante todo, el presunto derecho a la propiedad del sentido y la pretensión de plenitud y veracidad de los enunciados.
Devenir artista es quebrar automatismos, dar visibilidad a los costados invisibles o silenciados.
Cuanto más unívoco es el discurso, más violencia hace.
Baudrillard dirá:
Cuando el sistema dice A=A, se acerca cada vez más al poder absoluto, pero también a la subversión inmediata y probable.

SOCIEDADES DE VIGILANCIA Y SOCIEDADES DE CONTROL
Michel Foucault analizaba dos tipos de sociedades. La sociedad disciplinaria, que se caracteriza por la presencia de lugares de encierro: cárceles, escuelas, hospitales, etc. y otro tipo de sociedad: la sociedad de control. Y este término lo toma de William Burroughs. La sociedad de control se basa sobre una serie de sistemas impuestos: incluso sistemas de micro-control, hábitos en el pensar, hábitos del vestir, hábitos alimenticios, etc. Y, también, por supuesto, hábitos del lenguaje. Estos hábitos se reproducirían al igual que un virus.
La máquina de control que cita Burroughs es la maquinaria (policíaca, educacional, sanitaria, etc.) usada por un grupo de poder para mantenerse en el poder. (La máquina de control funciona en forma muy parecida a la ideología althusseriana, es decir, como un conjunto de acepciones compartidas que mantienen a las estructuras sociales unidas. Mientras que el aparato represivo del estado pertenece al dominio público, el aparato ideológico del estado lo hará en el dominio privado.)
El extremismo de Burroughs es un intento para atenerse al silencio interior y resistirse a ser inoculado por el virus del sistema.
¿Qué es lo que puede hacer el arte?
Contrainformar.
La contrainformación deviene acto de resistencia.
El arte debe evitar el contagio con el “virus del control”. Debe crear armas imaginarias para resistirse a los poderes establecidos.

LAS ALTERACIONES DE LA PALABRA (EL LENGUAJE COMO VIRUS)
La palabra, el nombrar, guarda la voluntad de domesticar y dominar a un mundo. Las palabras modelan la percepción de los hombres sobre el mundo. Al trastocar las leyes lingüísticas, se cambian las leyes del mundo.
Recordemos la famosa frase de Alicia:
Humpty Dumpty le decía a Alicia:

“Cuando uso una palabra -dijo Humpty Dumpty en tono más bien despectivo- esta significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.”
“La cuestión -dijo Alicia- es si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.”
“La cuestión -dijo Humpty Dumpty- es quién es el Amo, eso es todo."

Por su parte, Burroughs señala que todo lenguaje lleva implícita una violencia y que el único antídoto contra la misma es el silencio. También señala la analogía entre lenguaje y virus: "La palabra puede ser claramente definida como virus: se trata de un organismo que no posee ninguna otra función interna que la de reproducirse a sí mismo.

Dentro del gran conjunto de artistas participantes de la muestra Arte y Política en los ´60 -que son más de 40-, encontramos un pequeño grupo que, de diversas maneras, han resistido el sentido unívoco de la palabra.

LEÓN FERRARI: CARTA A UN GENERAL (1963)
En la Carta a un general, encontramos una escritura en donde la palabra ha sido despojada de sentido. Se trata de una palabra que habla de otra manera, que vacía de sentido a la palabra dada, que no le reconoce su valor, que anticipa el fracaso en la comunicación al entender la diferencia de código con el destinatario. Se trata de una palabra que inventa su propia significación.
A lo largo de su producción artística, León Ferrari ha mantenido siempre un interés por el trabajo a partir de la "letra". Sus investigaciones sobre la misma han alcanzado un nivel filosófico en el que la destrucción, reconstrucción, deconstrucción de la misma, simboliza la misma voluntad de cuestionamiento del código del lenguaje y, a partir del mismo, de los diferentes discursos de circulación social.

EDGARDO VIGO: POEMA MATEMÁTICO (1967)
El Poema matemático de Vigo, una serie de números y letras se introducen en el interior del cubo desde su parte superior. Realizado a fines de la década del '60, este poema guarda relación con determinadas estéticas dadaístas y puede, así mismo, relacionarse con los trabajos realizados, también en los años '60, por los integrantes del Ouvroir de littérature potentielle (OULIPO), cuya idea era inventar restricciones de naturaleza formal (contraites o instrucciones) y proponerlas como punto de partida de la composición literaria. Este tipo de investigaciones sobre reglamentaciones y estructuras del lenguaje tiene como sustrato la idea de que toda forma que adopte el sistema de la lengua será igualmente arbitraria.

MARGARITA PAKSA: JUSTICIA (1968), ME CORTARON LAS MANOS (1968)
En Me cortaron las manos funciona como homenaje al cantante de protesta chileno Victor Jara, a quien los militares cortaron las manos para impedirle seguir tocando su guitarra. Las palabras aparecen recortadas, fragmentadas, discontinuas metaforizando la tortura del cantante chileno y realizando una analogía entre la violencia sobre el cuerpo físico, sobre el cuerpo social y sobre el cuerpo del lenguaje.
En otra de las obras, la palabra Justicia aparece desenfocada a través de una mira: ¿la mira de una cámara o de un arma? La idea es que la palabra se lee según el "cristal con que se mira", idea se repetirá en otras obras de la artista donde diferentes lupas distorsionan los escritos presentados.

HORACIO ZABALA: DIFERENTES MAPAS REALIZADOS EN LA DÉCADA DEL 60
Mapas y palabras se instauran en creadores de sentido ya que el lenguaje cartografía el universo.
En la década del 60, Zabala realiza una serie de mapas de Latinoamérica sobre los cuales se ha realizado una serie de violencias: han sido cortados, sus pedazos mezclados, martillados, hachados, manchados. Uno de ellos está intervenido mediante la explícita reproducción de la palabra censura que se transcribe hasta casi tapar su imagen.
La presencia de la imprenta de goma casera, por su parte, realiza un señalamiento de unas condiciones de producción generalmente borrados. Este borramiento constituyendo una estrategia ideológica que remite a una presunta trascendencia, transparencia y necesidad del enunciado: la censura que aparece como la voz trascendental de la moral, la voz argentina, derecha y humana y no un sellito de goma realizado por alguien en particular con el fin de desacreditar el discurso del otro.

JUAN CARLOS ROMERO: VIOLENCIA (1970)
Como en el caso de Zabala y los sellos, mediante la utilización de la serigrafía Romero nos presenta otro método de reproducción en donde las palabras se repiten infinitamente idénticas. Lo que se reproduce en este caso es la palabra VIOLENCIA, palabra que llegó a cubrir las paredes de la sala de exposiciones.
En el caso de Romero, evidentes, denotadas, obscenamente frente a nuestras narices, las palabras se reproducen como un virus.

BELEN GACHE

Bibliografía:
Deleuze-Guattari, Capitalismo y Esquizofrenia, 1972-1980
Foucault, Vigilar y castigar, 1979
William Burroughs, The Electronic Revolution, 1970